La desinsectación de un retablo es un proceso fundamental en la restauración para eliminar insectos xilófagos (como la carcoma) que deterioran la madera. Este procedimiento implica el uso de productos específicos —en este caso biocidas líquidos— que actúan sobre las plagas, asegurando la conservación del retablo sin dañar su integridad ni sus policromías.
El proceso normalmente consiste en:
Durante los trabajos de restauración, el acceso al andamio permite descubrir perspectivas únicas y detalles inéditos de la obra, normalmente inaccesibles para el observador habitual.
Una vez realizada toda la documentación fotográfica previa a los trabajos de restauración, se comenzó con la intervención mediante dos procesos muy importantes: la limpieza superficial, comprobando así el estado de conservación de la obra, y la fijación de la policromía desprendida, evitando pérdidas pictóricas.